¿Cómo no darle una segunda oportunidad a esta casa? Fue necesario reformarla para adecuarla a una familia con cuatro niños. Ahora, todos son felices
1.UNA PISCINA QUE REGALÓ METROS AL SALÓN
Uno de los primeros cambios que Silvia, la propietaria de esta casa, llevó a cabo fue la piscina. La redujeron, para así ganar metros para el salón, y la separaron del estar mediante correderas acristaladas, que además da más seguridad en una casa con niños. Ahora son dos zonas independientes para disfrute de toda la familia.
La zona de día se planificó abierta, para que los seis miembros de la familia pudieran disfrutar de más comodidad sin sentirse encorsetados. Y se acentuó esta sensación de amplitud con el pavimento, de cemento de cal griego que da continuidad a los espacios.
Sofás de Becara, mesa de centro de Sacum y librería de Hanbel.. Los cojines de espiga son de Borondo Beanbags y los blancos de Maison de Vacances, en La Maison.
“No me gusta llenar los espacios de mobiliario. Prefiero los muebles de obra, porque se integran mejor en el espacio”, explica Silvia. Por eso en el salón optó por las piezas básicas: dos grandes sofás enfrentados, para acoger a familia e invitados, una mesa de centro grande y una librería de madera de look vintage.
La generosidad de metros de esta casa permitió habilitar en la segunda planta un salón más recogido que disfruta de vistas panorámicas de la zona de día.
El comedor ocupa una posición privilegiada en la zona de día, justo bajo el espectacular lucernario, que baña de luz natural toda la casa. “La mesa del comedor es enorme, pero es que siempre tenemos invitados inesperados en casa. Cuando no son los amigos de los niños son los nuestros. ¡Hemos llegado a ser 30 en casa!”, recuerda Silvia.

La cocina es donde la familia hace más vida. De hecho, la gran isla de trabajo, con la encimera volada a modo de barra, es donde niños y adultos se reúnen a la hora de las comidas. La cocina es actual y muy funcional, pero a la vez tiene toques campestres, como la zona de estantes y mesas altas que, a modo de superficie extra de trabajo, dan mucho juego.
En la habitación de los niños, para aprovechar mejor los metros, se optó por una litera de obra muy versátil, con una tarima a modo de tatami que da mucho juego: “Basta con subir los colchones arriba para tener una zona de juegos despejada o bajarlos cuando se quedan a dormir amigos”.
El baño de los niños se planificó semiintegrado en la habitación: además del lavamanos, cuenta con la bañera y la ducha dentro de la estancia, creando así un espacio más amplio. Solo el inodoro disfruta de su espacio independiente.
Como en la habitación de los niños, pensada para recibir a amiguitos, la de las niñas se planificó con dos camas nido en línea, con una mesilla de obra compartida en la parte central, para así dejar más espacio despejado para jugar.
La claraboya es un lujo de luz, pero dificultaba el descanso, por eso se instaló un sistema de toldos que oscurece bastante. “Aunque aquí te despiertas por la luz. Cuando nos vamos a Logroño nos despertamos todos más tarde”, bromea Silvia.
Puffs de Borondo Beanbags.
La claraboya, presente en toda la casa, adquiere su máximo exponente en el dormitorio principal. De hecho, con la reforma, se decidió cerrarla con un acristalamiento, porque antes quedaba abierta. Y se aprovecharon las obras para redistribuir la habitación. La cama antes estaba bajo el lucernario y al cambiarla de ubicación, aprovecharon para crear un sofá de pladur a modo de chill out.

Como ya ocurría en el baño de los niños, el baño se ha integrado de manera parcial en el dormitorio. En este caso, solo la zona de tocador, para que sea más cómoda y accesible.
Bajolavabo de obra revestido de cemento de cal griego de Kourasanit. Bandejas de madera de Sacum y jabonera de Zara Home.
FUENTE: EL MUEBLE